Volando, sin volver atrás
Este es un sueño que tuve hace un mes más o menos. A muchos les podría parecer una pesadilla, pero a mí no me lo parecía cuando estaba inmersa en él. Es más, me pareció estimulante. En la vida puedo ser bastante miedica, sin embargo en los sueños es bastante difícil que me asuste o que lo pase mal. A fin de cuentas, es la única parcela de nuestras vidas que está absolutamente bajo nuestro control, ya sea inconsciente o no. A pesar de que a muchos mis sueños les parezcan inquietantes, para mí no lo son. Tal vez el secreto para no tener pesadillas sea afrontar estos sueños desde el punto de vista de un reto, una aventura. Si no tienes confianza en ti mismo, caerás por el precipicio y te estrellarás contra el suelo, despertándote bañado en sudor. Si la tienes, volarás.
DRÁCULA
Vivía en otra época (es otro de los aspectos recurrentes de mis sueños), tal vez finales del XIX, no lo sé, y me sentí transportada a la historia del Conde Drácula. Todo se desarrolló en mi habitación. Muebles de madera oscura, una cama con dosel y mucho encaje por todas partes (me parece que era blanco y rosa, cursi a más no poder), así era mi cuarto. Ah, sí, y flores, muchas flores de muchos tipos, por todas partes. Yo tenía un camisón blanco con montones de encaje también y tirabuzones en la cabeza (parecía Sisí emperatriz en ropa interior). El caso es que vivía en la época de Drácula, y el vampiro en cuestión estaba causando estragos entre mis allegados (todos ficticios; no aparece ni un sólo conocido en el sueño). Subió un amigo a mi habitación, para avisarme que Drácula había mordido a una amiga. Al poco tiempo había como cuatro personas en mi habitación tristísimas, lamentándose por la pérdida.
Entonces yo me cabreé y grité exhaltada: "Esto no puede continuar así. Habrá que hacer algo, y seré la primera en dar el paso. Estoy harta de que ese Drácula se lleve a la gente. ¡Que venga a por mí si se atreve! ¡Le reto! ¿Que venga a por mí si se atreve! ¡QUE VENGA A POR MÍ SI SE ATREVE!" En realidad, mientras gritaba esta bravuconada, estaba acojonada, y deseaba para mis adentros que no me escuchara, aunque sabía que sí me había oído, y que vendría para responderme. Pero es que tenía que hacerlo. Alguien tenía que intentar hacerle frente. Tebía miedo, sí, pero también sentía cierta obligación, moral y personal, para enfrentarme a él, aunque ello acarreara mi perdición (en la vida real no soy tan valiente).
Entonces una nube verdosa se empezó a formar frente a mí hasta convertirse en el Conde. Uno de los hombres presentes (vestido con traje y sombrero de copa), le arrojó un jarrón, que le atravesó como si nada. El vampiro le miró despectivamente y, acercándose mucho a mí, me dijo: "¿Qué decías?" Yo le miré un poco acojonada (no consigo recordar su rostro), pero no podía echarme atrás; mi orgullo era demasiado fuerte. No podía retar al Conde Drácula y cuando éste se presentara decir que no lo pensaba de verdad. De modo que, a lo hecho, pecho. Y dejé de tener miedo.
Lo que sentí en aquel momento, una vez pensado ya despierta, me sorprende todavía. Sentí un deseo incontrolable de... ¡¡¡LUJURIA!!! No sé si el tipo era guapo o no, pero empecé a desearle, y pensé (palabras textuales): "Venga, híncame ya el diente". Esto... sin comentarios. El sueño se acabó ahí.
DRÁCULA
Vivía en otra época (es otro de los aspectos recurrentes de mis sueños), tal vez finales del XIX, no lo sé, y me sentí transportada a la historia del Conde Drácula. Todo se desarrolló en mi habitación. Muebles de madera oscura, una cama con dosel y mucho encaje por todas partes (me parece que era blanco y rosa, cursi a más no poder), así era mi cuarto. Ah, sí, y flores, muchas flores de muchos tipos, por todas partes. Yo tenía un camisón blanco con montones de encaje también y tirabuzones en la cabeza (parecía Sisí emperatriz en ropa interior). El caso es que vivía en la época de Drácula, y el vampiro en cuestión estaba causando estragos entre mis allegados (todos ficticios; no aparece ni un sólo conocido en el sueño). Subió un amigo a mi habitación, para avisarme que Drácula había mordido a una amiga. Al poco tiempo había como cuatro personas en mi habitación tristísimas, lamentándose por la pérdida.
Entonces yo me cabreé y grité exhaltada: "Esto no puede continuar así. Habrá que hacer algo, y seré la primera en dar el paso. Estoy harta de que ese Drácula se lleve a la gente. ¡Que venga a por mí si se atreve! ¡Le reto! ¿Que venga a por mí si se atreve! ¡QUE VENGA A POR MÍ SI SE ATREVE!" En realidad, mientras gritaba esta bravuconada, estaba acojonada, y deseaba para mis adentros que no me escuchara, aunque sabía que sí me había oído, y que vendría para responderme. Pero es que tenía que hacerlo. Alguien tenía que intentar hacerle frente. Tebía miedo, sí, pero también sentía cierta obligación, moral y personal, para enfrentarme a él, aunque ello acarreara mi perdición (en la vida real no soy tan valiente).
Entonces una nube verdosa se empezó a formar frente a mí hasta convertirse en el Conde. Uno de los hombres presentes (vestido con traje y sombrero de copa), le arrojó un jarrón, que le atravesó como si nada. El vampiro le miró despectivamente y, acercándose mucho a mí, me dijo: "¿Qué decías?" Yo le miré un poco acojonada (no consigo recordar su rostro), pero no podía echarme atrás; mi orgullo era demasiado fuerte. No podía retar al Conde Drácula y cuando éste se presentara decir que no lo pensaba de verdad. De modo que, a lo hecho, pecho. Y dejé de tener miedo.
Lo que sentí en aquel momento, una vez pensado ya despierta, me sorprende todavía. Sentí un deseo incontrolable de... ¡¡¡LUJURIA!!! No sé si el tipo era guapo o no, pero empecé a desearle, y pensé (palabras textuales): "Venga, híncame ya el diente". Esto... sin comentarios. El sueño se acabó ahí.
Heriss
1 Comments:
El que tenga el pelo en forma de V, te muerda el cuello día sí, día también (no entremos en detalles) y me quede tan bien la capa negra y roja de mago, no es pura coincidencia, seguro... ¡Seguro que Drácula era yo! Y si no... ¡¡me pido Van Helsing!!
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